Ha pasado mucho tiempo
desde mi última entrada... en la cual prometí que la próxima sería más
ligera... ¡Por el titulo sabrán que estoy rompiendo esa promesa!
En estos momentos que me
encuentro en mudanza y acarreo, confieso que me siento perdida L He terminado mi especialidad, se acabó el “tiempo
de sacrificio” por mi carrera y ahora no sé qué decisiones tomar para el
futuro. Ha sido un trabajo continuo tratar de mantener el nivel de ansiedad a
un mínimo y el optimismo en alto.
Lo que más me asustó fue
sentir que no sé lo que quiero. Es un sentimiento angustiante y completamente
ajeno para mí. Toda la vida, he sabido lo que quiero, sólo se ha tratado de
buscar la manera de hacerlo realidad… pero recientemente, ¡determinar lo que
quiero ha sido una odisea!
Me detuve a pensar: ¿por
qué tal dificultad en este momento? Encontré varias explicaciones.
Primero: la variedad de
opciones... puedo vivir en más de un país, y en más de una sola región… puedo
trabajar a medio tiempo o a tiempo completo, ganar poco o mucho, ser docente,
trabajar en el sector público o privado, trabajar parte del año, todo el año, abrir
mi propia oficina, etc... etc... Llegué
a sentirme bastante abrumada, aumentando la indecisión, y aumentando la frustración…
Segundo: ¡el darme cuenta
que si sabía lo que quería!… pero lo que quiero no existe: Un trabajo que me
permita la docencia, sin largas horas, que pague bien, sin pasar frio y cerca
de mi familia… Sobra decir, que ¡en Santo Domingo ese trabajo no existe!
Tercero: el temor de que
las oportunidades que tengo ahora, no las tendré mañana. La realidad del mundo
en que vivimos es que los trabajos no están a dos por chele. Si tienes una
oportunidad, agárrala, porque el futuro es incierto, y lo que se estima, no es
favorable…
¡En ese círculo de
inseguridades, incertidumbres, ansiedades y frustraciones he dado vueltas yo
por los últimos 6 meses! Sin embargo, he podido mantener una visión optimista,
y aunque tenga que sacudirme yo misma de vez en cuando, tengo fe. Me he dado
cuenta que tengo una fe más fuerte de lo que creía y un corazón más resistente
de lo que esperaba. Tengo tanto que agradecer en esta vida que mis quejitas quedan
chiquiticas. La realidad es que ningún
trabajo es perfecto y como no hay prisa, la decisión se tomará, bueno… ¡cuando Dios quiera! J